Hay ocasiones en las que las botellas de cristal no las tiramos ni las reciclamos en los lugares destinados a ello sino que, en realidad, lo que haces es guardarlas, lavarlas bien y usarlas para otras cosas o bien como decoración porque te han gustado o porque te puede servir para otras cosas.
Sin embargo, algunas veces esas botellas han estado con algo graso o con aceite y, el interior, es difícil de limpiarlo por lo que sabes siempre quedan restos y eso, si lo usas para otras cosas, puede hacer que uno tenga olor o bien se mezcle con lo que le has echado una vez lavado.
Para que no te ocurra eso hay un pequeño truco que suele funcionar bastante bien. Lo único que has de hacer es meter en la botella tres cucharadas de posos de café que estén húmedos. Si añades agua hasta la mitad de la botella, la cierras y agitas con fuerza conseguirás que la grasa, el aceite o aquello que nos estaba afeando el aspecto o la limpieza total de la botella desaparezca.
A la hora de enjuagar, hazlo siempre con agua caliente para que se vayan todos los restos. Yo suelo hacer estos dos veces (es decir, lavarla de ese modo dos veces seguidas). Después has de dejarla que se seque bien y sobre todo que se le vaya el olor por si acaso se ha impregnado de él.
El truco sirve, suele ser fácil de hacer (salvo que tengas ahora las máquinas con los tarritos de café que no se si dan posos de café). Si no, siempre puedes echarle algo más fuerte para eliminar la grasa y el aceite como es unas gotas de amoniaco o de lejía, pero ten en cuenta que eso hará que huela durante un tiempo.