El cigarro, las mascotas, la preparación de nuestros alimentos, el cuarto de baño, en fin, todo el uso que le damos a nuestra casa tiene consecuencias en el ambiente que se respira dentro de ella. Probablemente no lo notemos porque ahí respiramos y habitamos todos los días, pero seguramente quienes llegan a visitarnos detectarán todas aquellas actividades que realizamos y que se quedan flotando como fantasmas en el aire. ¿Qué podemos hacer para que éste sea un espíritu agradable, y no uno del que queramos salir huyendo? Te proporcionamos aquí algunos consejos:
1. Atención a las telas: ¿Has ido a una fiesta y al día siguiente notas que las ropas que usaste están impregnadas del olor a cigarro, alcohol y demás? Las telas son un material mucho más absorbente de los aromas que cualquier otro, por lo que deberás lavar tus cortinas, edredones, fundas de almohadones y vestiduras de sillones y sofá periódicamente. Hay productos en el mercado, también, que deodorizan y aromatizan telas sin necesidad de lavarles.
2. Ventilación: No te olvides de darle un buen respiro a tu casa abriendo todas las ventanas por las mañanas, o incluso, todo el tiempo que estés dentro, si el clima y la seguridad así te lo permiten.
3. Experimenta: Si te molesta el aroma que permanece cuando cocinas, coloca en una pequeña olla agua con un chorrito de suavizante para la ropa. Tu casa se inundará de este deliciosa fragancia, desvaneciendo poco a poco el ambiente viciado. Y no te olvides de llenarla de flores frescas más seguido.