Es cierto que no en todas las casas nos vamos a encontrar con un piano. Pero lo cierto es que sí que hay algunas casas que pueden disponer del mismo y tenerlo, algunas de adorno, porque lo tocan rara vez, y otras porque sus hijos, marido o ellas mismas son aficionadas a tocarlo (es un instrumento de sonido hermoso que muchos gustan de tocar).
El caso es que, como ocurre con todo, también los pianos se ensucian, y una de las partes que más se nota, aunque la tenemos tapada, son las teclas del piano. Esto es que, en lugar de conservar como siempre el color blanco esmalte que suelen tener de nuevos, se va volviendo amarillento, más con el uso que le puedas dar, de tal forma que pierde su brillo y parece más viejo de lo que en realidad podría ser.
Pero, ¿qué podemos hacer al respecto? Pues algo muy sencillo. Solo necesitas coger un paño mojado con éter (supongo que esto podrás encontrarlo en alguna droguería) y frotar con el mismo las teclas. El color amarillo se irá dejando paso de nuevo a un color blanquecino original de las teclas del piano.
Esto puedes hacerlo siempre que lo veas amarillear pero no tienes por qué limpiarlo, ni todos los días, ni una vez a la semana, sino cuando realmente sea necesario. Si por ejemplo vas a tenerlo mucho tiempo sin usar (por un motivo u otro) lo mejor es poner una gasa sobre las teclas y cerrarlo con el cajón para que estén más resguardadas. Eso sí, después quizás tengas que afinarlo.
De esta forma conservarás el brillo de las teclas y harán que reluzcan como si el piano fuera recién comprado. Y el éter no repercutirá a las teclas ni al interior del mismo (salvo que mojes demasiado el paño).